miércoles, 31 de octubre de 2007

La comezón del séptimo año

El hombrecito cumple siete años mañana. En el día de todos los santos, a quienes imploro (salvando la paradoja de mi agnosticismo) paciencia para lidiar con semejante espécimen de la raza humana. Lo que pasa es que justamente en este momento el niño me OOODIAA!
Ya no sé por qué, pero me odia. El primer odio del día. Yo no sé porque la gente se araña tanto cuando escucha un "te odio" de parte de sus hijos, en todo caso es totalmente temporal, de un segundo, o máximo un minuto. Ahora mismo ya se olvidó de mi, y seguramente más tarde me dirá que me ama "locamente", porque así es el y supongo (espero!!) que así serán todos los niños. Las emociones les llegan a tropezones y a tropezones se les van. Total, amor, odio, son emociones y como tales pueden y deben ser expresadas verbalmente.
El asunto es que el hombrecito cumple siete años. Lo que quiere decir que hace siete años yo estaba con una panza memorable, y un estado de ánimo, ídem.

... tengo que cortar aquí porque el Hombre acaba de llamarme para ir a hacer las compras del "Día Nacional de Gabolandia"...

Acabó el 31. Ya es el primer día de Noviembre y mis dos hombres duermen plácidamente mientras yo, muerta de cansancio, termino lo que comencé horas antes. La casa está lista para la fiesta, y no es que haya una, todas las celebraciones públicas las canceló la varicela, lo de mañana será familiar, pero no por eso menos "fiesta".
Recordaba temprano lo que pasó hace siete años. En la víspera fuimos al cine (El Pacífico) a ver una película horrorosa con Bruce Willis ( si, ya sé , es redundante!) cuyo nombre no recuerdo. Lo que recuerdo es que nos pasamos toda la película pendientes de los preparativos que se producían en mi panza. Resulta que el hombrecito estaba en una actividad de la patada, era increíble cómo se movía el condenado, (todo lo que no se movió los meses anteriores!) estaba acomodando las cosas para su gran aparición, casi 10 horas después que rompí fuente!
A la distancia, ya no recuerdo el dolor (que debió ser terrible porque cuando me fui les dije a todos los que me atendieron: Hasta Nuuunca !!!) sólo recuerdo la impaciencia por verlo nuevamente, la sensación de no ser yo la que vivía eso, la enorme alegría que sentía en todos los poros de mi cuerpo. Es un punto de no retorno, mi vida nunca sería como antes. Mi vida nunca volvió a ser como antes. ¡Qué sensación de poder! Creé una nueva vida a partir de mi. Los creyentes dirán que Dios se manifestó, pero para mi, humildemente : Nació una vida de mi! así de loco, así de grande. ¿Incomprensible? y qué michi! de mi cuerpo salió mi hijo, eso es suficiente para mi. Las explicaciones , las postergo, desde ese día y hasta ahora, no tengo más tiempo que para disfrutar esta maravilla de tener un hijo...
... que en este preciso momento duerme y recarga fuerzas para maquinar sus artilugios gracias a los cuales consigue que dos adultos se comporten como dos perfectos idiotas cada vez que les sonríe.