... caminando/apoyándose juntos. Desde hace algunos días los he visto y, en medio del ajetreo de mi nueva vida de Oh!ciosidad solapada (porque esto de vender lo que tejo es sólo otra forma de seguir viendo películas desde el abrigo de mi sofá con cierta justificación para ablandar la conciencia) he postergado la reflexión, el pie de foto.
Sin tiempo para hacerlo ahora, sólo quiero decir algo.
No sé cómo venga mi vida más adelante, no sé cómo me acompañe el cuerpo, ni siquiera sé si algún día cortaré el cordón umbilical que me ata al niño de esta manera tan melodramática (porque mi amor no sabe mucho de paz y sosiego, mi amor es tempestuoso y despiadado, sólo se calma cuando el niño duerme y yo lo admiro como la maravilla que es), no sé si algún día terminaré de encontrarme en medio del adolescente desorden de mi vida, de cama tapada y sábanas revueltas.
Viendo a esos viejos, caminando por mi parque en una mañana de invierno, como el invierno de sus propias vidas, a mi me entra un frío en el alma ...
No sé si quisiera verme en esa foto. Sólo pienso en el futuro cuando, en medio de la noche, me despiertan los rugidos del Hombre y ya no puedo volver a dormir. Y los pensamientos taladran mi cabeza, tan llena de sonseritas durante el día, y la verdadera ciencia-ficción da comienzo. Me aterra pensar de noche. Por las noches sólo asoman las sombras siniestras que bailan con mi otro yo una danza macabra, un tenebroso pas-de-deux que me excluye totalmente. No me gusta la música de ese baile, habría que matar al DJ, pienso para distraerme.
Se une al baile el niño (grande) que me odia por haber sido una madre tan incompetente y haberle jodido su vida sentimental con mi amor desbordante. Están también los cadáveres de mis seres queridos (ni siquiera me atrevo a nombrarlos) mirándome sin ojos. Yo quiero sacar a bailar al Hombre pero no lo encuentro y cruzo el salón evitando penas y enfermedades que bailan alocadas y, con la misma piedra en el pecho que me acompaña todas las noches de insomnio, llego cansada a una gran ventana desde donde se ve el parque. Ahí está el Hombre. Paseando de la mano con una vieja.
Entonces, sólo entonces, quisiera estar en esa foto. Tomar su vieja mano, poner su brazo sobre mis hombros y caminar sintiendo cómo su respiración calienta mi helada oreja.
6 comentarios:
Mejor no veas Up con el niño porque te vas a deprimir...
Beso,
Amiga querida, quien mantiene joven el alma jamás se hace viejo.
Y si es que sí, c'est la vie.
Un beso gigante, vuelve más veces, visítame en mi casa de verdad, tómate un café de verdad conmigo, burlémonos de nosotras mismas y hagámonos viejas felices que matan por sus hijos.
Hablas, vas?
Lu
*Nubecito,
ya la vi! (también te vi por ahí creando monstruos feliz de la vida!) y no me deprimió, fíjate.
Precisamente es la primera parte la que más me gustó de la peli.
Esos hubiésemos sido nosotros sin el niño. No está mal. Sea como sea que te llegue la vida, con o sin postre, hay que saber apreciar el menú.
;?)
*Lu,
por otro lado (supongo que la cercanía me nubla el pensamiento ... contra!) no creo que sea tan malo tener un alma con muchos calendarios, es que hay momentos en que la juventud atolondra con su estridencia, en todo caso a la mía le vendría bien un poco de paz y sabiduría y si no están incluídos con los años, entonces: paso!
No pues, Lu, se supone que este es mi rincón caleta, donde deambulo desnuda de mi, ahora ...
CÓMO MIERDA HAGO PARA RESISTIR LA TERRIBLE TENTACIÓN DE TOMAR UN CAFÉ CONTIGOOOO!!!!!
¡¡¡¿CÓMOOOO?!!!
Cafééé
Cafééé
Cafééé
Cafééé
Raje
Raje
Raje
Cafééé
Risas
Risas
Cafééé
Anda di que sí, si?
Lu
Estoy seguro que no cambiarías un ápice de tu vida, ni la pasada ni la futura.
Es cuestión de llegar siempre al parque, darlin.
Besos
caminos curvos
a pie
como los que miraba Vallejo
me encantó este post, Mona
besos!
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