jueves, 29 de enero de 2009

Decretos Supremos Estivales

Ayer, mientras regresábamos a casa por unos días (asuntos de celebraciones y conmemoración familiares) se me ocurrieron unas alteraciones a las normas ...

*Queda terminantemente prohibido restringir el acceso visual al hermoso litoral con que fue bendecida nuestra patria. No es justo que al terminar Pasamayo con su escalofriante belleza, los marinos te planten un murete de grumete (sólo para rimar).

*Los helados deben ser distribuidos a quienes lo necesiten, no importando si no cuentan con los medios económicos en el momento de desatada tal necesidad.

*Los niños pueden y deben entrar a la piscina cuando sus deshidratados cuerpecitos se los pidan, no importa si es de día o de noche (sólo la precaución de no hacerlo inmediatamente después de los alimentos, nada más!).

*La gente tiene que guardar sus avinagradas amarguras para el invierno, cuando no desentonen con la alegría en el alma de quien no tiene que ir a clases (o a cocinar ...).

*Las cabinas de Internet deben incluir helado y aire acondicionado ... y unos centímetros más para los patilargos!

*Se prohiben terminantemente las Vacaciones Útiles o cualquier amago de estudio cuando el sol sólo quiere que lo adoremos.

*Si algún reacio progenitor (o progenitora, las más felices con deshacerse de sus engendros) insiste con el asunto anterior, se le castigará con una hora diaria en cualquier cabina/sauna del norte chico, para que aprenda, caracho!

*Bajo ningún motivo se permitirá que un espécimen femenino favorecido por los dioses (y algún que otro cirujano) se acerque siquiera unos metros al lugar en el que otro espécimen femenino menos favorecido retoza con sus hijos en la arena, mientras finge ignorar que los años no pasan en vano y qué carajo ¿por qué tenía que heredar también la celulitis?

*Se prohibe seguir escribiendo mientras el sol pega alaridos en el parque ... a menos que haya una necesidad apremiante, no siendo este el caso ...

Au revoir!

miércoles, 21 de enero de 2009

Un retazo del año pasado



Desde la primera Navidad con el niño instalado en nuestras vidas, imaginé llevándolo a la función de Navidad de Cascanueces. Mientras él iba creciendo, me decía a mi misma "el otro año será, ahora es muy pequeño", y así lo fuimos posponiendo hasta el año pasado, cuando le propusimos llevarlo al ballet, "Vayan ustedes", nos dijo muy tranquilo. Confieso que esperaba todo, menos eso.
El Hombre me dijo que lo tomara con calma y que a medida que se acercara la fecha se animaría.


No fue así. Resulta que el niño descubrió que me interesaba demasiado su compañía en el mencionado evento y por todos los medios comenzó a jugar con mis ansias (¡y después dicen que somos las mujeres quienes llevamos esa fregadera en el ADN!). Lo intenté todo, "mi amor, ¿recuerdas a "Mickey y el Cascanueces?", le pusimos el DVD del ballet y nada. La música, nada; el niño seguía diciendo "mejor vayan ustedes". Hasta cometí el error de mencionar la película de su prima: Barbie y el Cascanueces, ahí si que la negativa se puso cuasi-definitiva, big mistake!


Un día muy cercano a la Navidad y casi sin esperanzas de ir (porque no me interesaba ir sólo con el Hombre, ¡la gracia era llevar al enano!), estando de compras en un supermercado, vimos un precioso Cascanueces de madera. Llevaba su uniforme impecable y un tambor, revisándolo, descubrí encantada que era musical. Era demasiado y fue amor a primera vista. Compramos dos (¡estaban dos por uno!) y recuerdo que salí de la tienda con la sensación de habérmelo robado, no sé porqué. Llegando a casa separamos el que íbamos a regalar y pusimos el mío en la mesa.
Cuando el niño lo vio, supe inmediatamente que nos acompañaría.


El gran día llegó y después del almuerzo navideño con la mamá del Hombre (la Nochebuena cenamos con la mía, siempre, y así no hay dramas: todos contentos) , nos acompañó Josefina (prima del niño, hermana de leche para mayores señas y por ello considerada la hija mujer que no tuve), yo no podía estar más emocionada.


Todo salió estupendo. Los niños no pudieron portarse mejor (¡en realidad si pudieron, pero no hubiesen sido ellos!), la función estuvo deliciosa, encantadora, perfecta.
Mientras se levantaba el telón, mis latidos competían con la música tan maravillosa, el Hombre me veía y seguramente pensaba, como siempre que me ve radiante, "¡qué barato es hacerla feliz", y aunque no siempre es así (¡lo de barato!) yo diría que, casi.


-"Mamá, ¿por qué no hablan?"

-(con un hilo de voz) porque es un ballet, ellos se expresan bailando ... shhh!

- ¿no pueden hablar?

- ... shhh! ... no, ¡no pueden! ...


Entonces el niño, volteando hacia su prima y con toda la autosuficiencia en la voz, le dice, lo suficientemente alto como para que lo escuchen hasta el Municipal (¡estábamos en el Segura!):


- Ah! son discapacitados!


Risas ahogadas a nuestro alrededor, y yo con la alegría ahogada en el alma: por fin había visto Cascanueces, en el Municipal, en la función de Navidad, y con mi propio cachorrito humano.


***

(Lo encontré arrinconado por los apuros del fin de año y las vacaciones)

lunes, 12 de enero de 2009

Una pausa en las vacaciones ...

... para darle un mantenimiento al hogar y, de pasadita, al Hombre (uf! je je).

Sólo unas horas para pasar revista a mis cosas, lavar y planchar camisas para la semana, pasar escoba y trapo a la casa, chequear a los cuchis y al parque, conversar rápidamente con mis hermanas, recoger juguetes que dejé antes de partir y comprobar que tienen vida propia lejos de las manos del niño (¡están por todas partes!).
Para dejar el libro gordo que devoré en tres días y llevarme una buena provisión de repuesto: Saramago, Bayly (cómo no!), y otro más que buscaré apresuradamente antes de salir, suficiente para aguantar hasta la próxima semana que regrese de nuevo a marcar mi territorio.
Anoche el Hombre me dijo que planea secuestrarme por tres días y llevarme de vacaciones al pasado, no sé exactamente lo que eso signifique y, aunque tengo algunas sospechas que me hacen temer por mi integridad física ... soy demasiado Oh!ciosa como para resistir!

martes, 6 de enero de 2009

Acabo de prender la compu ...

... pero no tengo ganas de nada. Ayer tuve un bolondrón con una bruja horrorosa, de ésas con las que jamás pensé toparme en la vida, yo, que soy una princesa.
Lo único que quisiera es que se vaya este plomo que tengo en el pecho.

Creí que estaba blindada, pero resulta que soy tan frágil como una copa de cristal, como el adorno antiguo que se rompió en mil pedazos cuando, con gran ilusión, armé mi árbol de Navidad. Si hay algo que me espanta y realmente me intimida es la vulgaridad, nunca he podido con ella. Me vulnera, me desarma.

Ayer por la tarde, mientras sentía mi burbuja invadida por aliens, me decía a mi misma qué le diría yo a una amiga si pasase por un momento como el que yo estaba (estoy) pasando. Seguramente le diría "no permitas que alguien que obviamente no está a tu nivel te altere", bueno, pues, ¡no resulta!

Los escándalos sólo los tolero si son de celebración, no me cabe en la vida hacer circo por una nimiedad, soy de las que piensan que las cosas siempre se pueden arreglar civilizadamente, que las ideas deber estar por encima de la pasión discurriendo por la vía de la vulgaridad.

Hasta ahora me tiembla todo el cuerpo y daría una buena recompensa por la fórmula para salir de esta estupidez.