martes, 25 de noviembre de 2008

La Boda: epílogo

Pasó La Boda y nos dejó a todos con una resaca que va más allá del whisky y las chelas que tomaron los demás, yo me quedé en el champán del brindis, que es lo único que maridaba con mi vestido, de veras! También me dejó con la sensación de un gran vacío, los últimos días fueron de absoluta euforia, en un momento le dije al Hombre ¿qué va a ser de mi vida sin los preparativos para la boda?, ya encontrarás algo, me dijo dándome un beso.

Todo salió regio como la última gran boda fraterna tenía que ser. La emoción de ver a la familia superando el saludo de la muerte y haciéndole fiestas a la vida, tal como se merece. La emoción, también, de ver al Hombrecito en su terno, tan enano como él. Aunque estuvo a punto de no ir, fue en un apasionado encuentro entre mis apuros y sus disfuerzos, cuando anunció: no pienso ir a esa estúpida boda! (¿el cromosoma Y manifestándose?)
Ya no me acuerdo lo que provocó semejante exabrupto, sólo sé que tuve que sacar el As de la manga, lo que tenía reservado como último recurso en caso de que el temperamento del niño se presente sin ser invitado,

- mi amor, tu tío va a llevar su es pa da ...

- espadaaa!!!

- siii!

Fin del diálogo. Aunque por unos breves minutos, porque mientras trataba de meterme en el vestido que fue confeccionado para unos cinco kilos menos (que son los que la angustia me hizo tragar!) lo escuché nuevamente despotricar porque no quería ponerse el terno.

_ ... van a ir los compañeros de tu tío ... todos con espadas ...

¿se van a pelear?!

La que tuvo que pelearse fui yo, con el niño que finalmente se calmó porque tuve que soltarle otro detallito de la ceremonia: el cruce de espadas.

-¿y les van a cortar la cabeza a los novios?

Para entonces la que tenía la cabeza atravesada por mil espadas era moi, y tenía cola para el maquillaje! sólo pude con mi mami y dos de mis hermanas; cuando me tocó a mi, ya no había tiempo para hacer milagros así que tuve que conformarme con llevar mi misma cara.

La ceremonia estuvo linda y, como todas las ceremonias militares, muy vistosa. El enanito estuvo encantado cuando en medio de la misa se aparecieron los catorce integrantes de la Guardia de Honor por la nave principal y saludaron el momento de la consagración de la Hostia. El niño estaba impaciente por el cruce de espadas y antes que llegue el momento yo me retiré para tomar las fotos desde la entrada, lástima, porque me contaron que gritó: ¡me van a mataaar! cuando la guardia desenvainó espadas.

Lo llevamos a regañadientes a la recepción porque tenía la esperanza que allí podríamos tomarnos La Foto para la que se negó en la Iglesia. Por supuesto que no hubo foto. El niño corrió por todos lados dejando tras de sí un reguero de botones ... hasta el brindis.
Cuando ya estaba a punto de expulsarlo porque no me dejaba en paz insistiéndome para largarse de ahí (cosa que yo hubiera hecho con el mayor placer!), llegó el momento del brindis, el último de los detalles por los cuales insistí en llevarlo, no me gusta exponerlo a sentirse incómodo en un ambiente adulto, pero sabía que valdría la pena. Me aseguré que esté en buena posición para no perderse nada sin sufrir los estragos de lo que vendría, los compañeros de mi hermano hicieron un semi-círculo y con espadas en una mano y copas en la otra, le dieron la bienvenida a la novia (policía, como ellos) a la Promoción: Arriba, abajo, al centro ... y adentro! ... grandes sorbos, y lo que más gustó a mi engendrito: ¡¡copas al aire y gran estrépito al estrellarse en el piso!!

Mi hijo no lo podía creer! me miró con los ojazos apunto de escapársele de las órbitas y dando saltos se abalanzó, para espanto mío y de su padre, sobre los restos de las copas regadas por el suelo, cogió lo que quedó de la base de una de ellas y se la trajo a la mesa como trofeo, con la sonrisota de oreja a oreja.

Ahí se acabó la boda para él, tal como estaba previsto lo enviamos a casa con su abuela y nosotros nos quedamos en la fiesta. Todo salió estupendo, la cena, el baile, pero, no sé, creo que para mi como que también se acabó la parte más importante cuando los ojos del niño dejaron la recepción.

La última boda (grande tenue como diría el Barón) de la familia había sido la de una de mis hermanas, yo estaba soltera entonces y la experiencia fue muy distinta a la de ahora.
Es curioso cómo la apreciación de las cosas va cambiando con una, esta vez, esta boda, la alegría (como cuando tenía 6 años!) por el vestido de princesa que estuve preparando con tanta ilusión, se vio intensificada por la emoción de llegar acompañada de mis dos hombres.
Finalmente mis dos príncipes ... vestidos de azul.

4 comentarios:

Raúl de Usvult dijo...

La Belle Mona

¡Buena con el maridaje!, es cierto el champagne hizo de "marido" perfecto para tu atuendo, no cabe duda.

Tus zapatos, ¡Hermosos!, oye, ¿Acaso opacaste a la novia? ¡Je!

Grand Finale para la Grand Tenue, ¡Salud por eso! a ritmo de "The Song Remains The Same" de Led Zeppelin.

"I had a dream
Oh, yeah
Crazy dream
Anything I wanted to know
Any place I needed to go"

Raúl De Usvult

Anónimo dijo...

Al fin de dio la gran boda. Qué bueno que el niño haya aguantado hasta el momento planificado.

Pero mujer, quiero ver el vestido de princesa! fotos, fotos, fotos!

Un fuerte abrazo,

Lu
Mamá de DOS chancletas

Rolando Escaró dijo...

jajaja ahora estoy seguro que para tu niño,lo mejor de la boda fueron las espadas y las copas rotas

FabuMona dijo...

*Barón,
¡¿cierto, no?! y gracias, pero no, jamás cometería el mal gusto de opacar a la novia ... a un par de invitadas, quizás! je je

*Lu,
te lo paso a tu mail, aunque creo que ... no lo tengo! ja ja ja

*Digler,
es cierto, y la gran decepción: que no decapitaran a los novios.
(plop!)