miércoles, 29 de octubre de 2008

Octavo aniversario

En unos días, este sábado, cumpliré mi octavo aniversario como mamá (¡gran fanfarria!), casi sin darme cuenta estoy metida en un mundo que jamás vislumbré para mi. Yo era del grupete de las que no le entraban al asunto de la maternidad, me parecía que carecía de la materia prima para asumir semejante reto. ¿Qué haría yo con un niño?, ¿qué tal madre sería?, ¿qué ejemplo? ¡qué vaina!

Después de casarnos, estuvimos de Luna de Miel (con su dosis de hiel, cómo no!) durante ocho laaaargos años. Años en los que nos convencimos de no estar hechos para ser padres. No nos gustaban los niños y nos reconocíamos lo suficientemente egoístas como para pensar en incluir un tercer elemento en la fórmula que , al parecer, funcionaba a las mil maravillas. La vida, cuándo no, se encargo de echar por tierra los planes de ser sólo Adán y Eva en nuestro pequeño Edén.

Como ya había experimentado aquello del llamado de la naturaleza (de mi naturaleza) que me hacía mirar por más tiempo del acostumbrado a cualquier niño que se cruzara por mi camino, para desconcierto de la madre que miraba con desconfianza a esta extraña que, a su vez, miraba con curiosidad casi-científica al fruto de su vientre; el día en que se marcaron las lineas del Rapid-test que nos anunciaban la llegada del tercer elemento, ya no estábamos asustados, estábamos resplandecientes!

El embarazo fue espectacular. Debo reconocer que al comienzo me sentía como John Hurt en Alien y durante los primeros meses lo llamábamos así: Alien. Cuando llegaba el Hombre del trabajo me preguntaba: ¿Cómo está el Alien? y yo sonreía feliz, que era la respuesta más honesta. Nunca me sentí más enamorada del Hombre, parece que de alguna manera sentía el amor de mi hijo por su padre, porque de otro modo no me explico cómo es que llegué a quererlo tanto por aquellos días; cuando se iba a trabajar yo me quedaba abrazando su piyama, besando su camisa del día anterior con olor a Gentleman de Givenchy, que entonces usaba.

No quisimos saber el sexo del bebé. No podríamos quererlo más si fuese niño o niña y el asunto de los colores nunca me pareció importante; teníamos el nombre masculino y el femenino, así que alternábamos los nombres, un día le decíamos Gabriel y al otro Paloma, que es el nombre que tendría de haber nacido mujer. Queríamos que ése sea el regalo que él nos daría al nacer: la sorpresa de ser niño o niña.

Gabriel nació a las 3 y media de la tarde del Día de Todos los santos, si, de todos!
Cuando llegué al Hospital todo el mundo tenía que ver con mi sonrisa. La pediatra de turno me dijo al verme: "¡Demasiado contenta, te falta mucho para dar a luz!"
Efectivamente, llegué a las 7:45 y el enanito recién hizo su llegada triunfal a las 3:30
No voy a decir que no sufrí. ¡SUFRÍ HORRORES! Resulta que no dilataba y tuvieron que inducirme, y me dolía e intenté sobornar al médico para que me inyecte algo, y maldecía el momento en que quise dar a luz en un Hospital y no en una clínica, sólo porque el Hospital era nuevecito y nos atendían como reinas y no quería que me corten, que es lo que te hacen si o si en las clínicas, en fin ... es largo, tedioso y a éstas alturas no recuerdo el dolor y ni hace falta recordarlo, (aunque, cuando me despedí de todos en la sala de partos les dije cachosa: "¡Hasta nuncaaaaa!", todos rieron, y alguien dijo: "eso dicen todas, ya regresarás!" ... sigue esperando papito!)
Lo que recuerdo como si fuese hoy mismo, es la sensación de estar en una competencia desleal, porque mientras estuve en sala de Parto, entraron y salieron dos panzonas que despacharon su asunto en dos minutos, ahí, al lado mío. Pero como yo había sido la número Uno en mi clase de psicoprofilaxis, cuando el niño estuvo listo para salir, me porté como una diosa y yo misma avisaba al médico, interno y obstetriz que llegaban las contracciones: "¡ya chicos!" y ellos dejaban a la parturienta de al lado y venían conmigo, el enanito salió al cuarto Puf!

Sentí claramente cómo se deslizaba dejando mi cuerpo vacío de su sagrada persona. Su llanto limpio, no los gritos que había escuchado con los otros niños que nacieron mientras él se hacía esperar, el llanto de quien no necesita hacer escándalo para anunciarse, la llegada de un Hombrecito. Lo limpiaron y enseguida me lo acercaron ... (momento, voy a secar el teclado) ... su manita se acercó a mi rostro y le dije: Bienvenido mi amor, así bajito, suavecito, con los modos de quien se dirige a la realeza.


Me pasaron a una sala de recuperación en donde supuestamente debía dormir relajada después de tanto trajín, naca la pirinaca, nunca pude dormir! yo sólo quería ver de nuevo a mi bebé, tenerlo en mis brazos. El doctor vino a verme dos veces y me dijo que en no-sé-cuantos años en ejercicio, nunca había visto una sonrisota como la mía, "descansa mujer" y yo rogándole que me lleve al cuarto y que me sentía re-bien ... "No, tienes que descansar!" y me dejó, riéndose, el muy ...
Felizmente una enfermera a la que enamoré a primera vista me dijo al fin "¡Ya, vamos, igual no vas a descansar nunca!", y mientras me llevaba en la camilla al cuarto me dijo "tienes un manchón esperándote"
Estaba toooooda mi familia y en cuanto vi a mi mami le dije: "¡te quiero!", ella me sonrió, como se sonríe entre coleguitas.

El enanito entró al cuarto en brazos de su papi, cuya sonrisa llegaba hasta la otra habitación, y abrigado con la mantita que aaaaaños atrás cubrió el cuerpecito del hombrote que ahora se veía más grande que nunca, cargándolo con tanto cuidado y temor.

A partir de entonces mi vida cambió, ya no sería la misma, yo no sería la misma.
Esta mañana el enanito amaneció en nuestra cama y, viéndolo dormir al lado de su papi, le vi la misma carita de cuando era bebé, aunque su cuerpo ocupe hoy casi todo el largo de la cama.
Todavía me cuesta creer que soy como todas las mamás, yo que siempre me sentí tan distinta al resto, y aunque no soy todo lo abnegada que seguramente debería ser, que soy demasiado consentidora o demasiado gritona, que estoy malcriando a mi enanito y todo cuanto se me quiera achacar, reconozco que en cuestión de amor, soy la mejor!

El sábado celebraremos por partida triple, el niño ocho años de vida, el Hombre ocho años de padre, et moi, ocho años de estridente felicidad.

lunes, 27 de octubre de 2008

MAMMA MIA!

Sábado por la tarde, siesta después de rica comilona mientras el niño juega PS con amiguito. Fondo musical de siesta: soundtrack de la película Mamma mia! Como a la sexta canción me levanto como resorte y le digo al Hombre: llévame a verla!
Estuvimos esperando su estreno pero por una u otra cosa lo dejamos pasar, en realidad pensábamos ir a verla ese mismo sábado pero por la noche. Escuchar el soundtrack sólo era un aperitivo, pero resultó demasiado eficaz.

¿Qué puedo decir? los que me conocen saben que adoro los musicales. Se podría decir que yo vivo en mi propio musical, chirriante y exclusivo: sólo se desarrolla cuando no hay espectadores.
Me encanta la forma en que se abordan las historias en un musical, nunca se está demasiado triste como para no cantar, nunca se está demasiado alegre. La música no está decorando la historia, la música es parte de esa historia, y otra cosa que me divierte de los musicales es ese coqueteo perpetuo con el ridículo que suele percibirse en la platea, siempre repleta de despistados que se equivocaron de peli.

La película me enamoró desde el arranque, la misma sensación que tuve cuando vi Moulin Rouge, le susurré al Hombre: Me en-can-taaa! y él me contestó con una amplia sonrisa que me indicaba que a él también.
La sorpresa: descubrir lo entonada que es Meryl Streep, la revelación: la hermosa voz de Amanda Seyfried. El resto del cast sin mayores sorpresas (salvo Colin Firth que canta inesperadamente bien!) y la comprobación: Pierce Brosnan es un cueeeero! ... pero canta fatal! claro que ni le hace falta cantar bien, llena la pantalla con su presencia, con su estupenda presencia ... (arf! arf!) Hay gente que es tan regia que pedirle más ya parece de mal gusto.

Otra cosa: hace siiiiglos que no escuchaba a ABBA, ya me había olvidado lo lindas que son sus canciones. Me recuerda a La boda de Muriel, cuando Toni Collette/Muriel dice que le encantan las canciones de ABBA porque en ellas todo es alegría y felicidad ... bueno, no es exactamente así, pero ese es el espíritu de la frase.
En todo caso así te deja la peli, con la sensación de un mundo justo (hey! la niña no tiene padre y termina la película con tres!!!), un mundo feliz, hermoso (nada menos que una isla griega, ya, si no te gustan los musicales anda a verla aunque sea por las locaciones!!) y pleno de música alegre que te hará recordar tu infancia /juventud.

Hay de todo, risas y llanto, ganas increíbles de querer bailar en el asiento (se puede hacer, no pasa nada!) como en Dancing Queen o Voulez-vous? y momentos para el desgarre emocional. La escena que acompaña Slipping through my fingers es mortal para cualquier mamá, especialmente para las mamás de niñas ... llevar toneladas de kleenex! ... y no digan que no se los advertí!
Yo hasta ahora moqueo cada vez que la recuerdo y la melodía se quedó pegada en mi cabeza hasta ahora ... justo ahora, cuando se acerca el cumpleaños de mi cachorrito ... snif!

Schoolbag in hand, she leaves home in the early morning
Waving goodbye with an absent-minded smile
I watch her go with a surge of that well-known sadness
And I have to sit down for a while
...

Slipping through my fingers all the time
I try to capture every minute
The feeling in it
...

kleenex, pleeeeeease!

miércoles, 22 de octubre de 2008

Verdades absolutas del día

*En esta casa se hace mi voluntad, a menos que el niño diga otra cosa.

*Si escuchar a Julio Iglesias me parece terrible, siempre puede ser peor: el Hombre puede empezar a cantar ...

*Cuando quiero escribir sin interrupción, siempre me van a llamar por teléfono. (como ahora!)

*Soy el Sex Symbol de esta casa.

*El enanito es el niño más lindo y listo del mundo y alrededores.

*El Hombre es el héroe de esta película, mientras no tenga que hacerse cargo de cualquier labor doméstica.

*Nadie cocina como yo ... felizmente.

*Nunca es urgente lavar, cocinar, limpiar.

*Siempre es urgente mirar por la ventana, escribir sonseras, mirarme al espejo, tomar café.

*Cuando bailo, soy la reina del Universo.

*El hombre más guapo del mundo es George Clooney.

*Tengo que chequear mi buzón varias veces al día porque podría entrarle un virus a la Máquina, o a mi.

*Siempre que tengo sueño/cansancio/flojera el Hombre quiere romance. (¿no soy fina?)

*Siempre que quiero romance, el Hombre también.

*No hay madre en el mundo que quiera tanto a su hijo como yo al mío.

*No hay mujer en el mundo más enamorada de su hombre que yo.

*Siempre hay excepciones en las reglas/listados/verdades absolutas.

*No debería postear siempre.

lunes, 20 de octubre de 2008

A dos horas de Lima

Fin de semana en el campo. Con pera del enanito incluida (faltó al cole el viernes) es que a veces hay cosas más importantes. Como tirarse de cara al sol en el césped del jardín, columpiarse alocadamente, comer helados, jugar en la Plaza y, cómo no, treparse al cerro que está frente a la casa y regresar hecho un asco, para delirio de la sufrida madre que en estos momentos escribe mientras la lavadora se encarga del estropicio.
Con libro también, y grandes expectativas por leerlo de un tirón, algo que ya había comenzado a hacer aquí, sin necesidad de la paz del campo, sólo con la paz de saber que no se está haciendo lo que se debe, pero si lo que se quiere.

Allá no pude leer ni una línea, bueno, quizá un par, pero no del modo en que lo imaginé: tirada en la hamaca, con la suave brisa primaveral que de rato en rato deja pasar algún efluvio marino. Naca-la-pirinaca, para usar una frase cuya traducción desconozco (sea cual fuere el idioma del que provenga, seguramente ninguno oficial) pero que la uso con suma frecuencia.
El niño creyó que la diversión se refería sólo a él, y mientras yo trataba de acomodarme en un rincón pacífico para proceder a la lectura de El canalla sentimental, que tan amorosamente me regaló el Hombre en compensación por el libro de cumpleaños que nunca llegó a atraparme y que está haciendo cola en la cabecera, a la espera que termine la canallesca lectura que hoy me ocupa, el niño, decía, no cesaba de distraerme con el mínimo detalle de cada uno de sus pasos por la casa, y el pedido imperativo de llevarlo a cualquier hora del día al Play del Boulevard de Chancay, que no es otra cosa que un callejón lleno de cabinas de internet y juegos de PS1 y 2, adonde disfruta llevarme mientras reniego y lamento haber ido al campo a hacer lo que podría hacer en casa y sin tener que pagar por ello.
No lo lamenté mucho después de todo, porque pude despachar un par de correos y, terminado el asunto, empujarme (disculpen la expresión, pero es la que cabe) un helado de crema volteada y un dulce de camote que mi mami nos hacía cuando éramos niños, y que curiosamente encontré en una vitrina salida de una casita que ofrecía postres caseros en plena calle principal del pueblo.

Regresamos el sábado por la tarde debido al estado anímico con que el Hombre contestó una de las diez mil llamadas que le hice en los dos escasos días que estuvimos fuera. Me pareció percibir demasiada alegría en su soledad, y, esa insistencia insolente para prolongar nuestra estadía hasta el domingo ... no, en ese preciso momento decidí que ya estaba bueno con el relajo y el aire campestre: enano, nos vamos a casa! y el susodicho feliz, porque ya se le habían acabado las monedas que le había dado para el Play.

Para celebrar nuestro regreso, ayer el Hombre preparó unos deliciosos fetuccinis en salsa de Ocopa, con bistec y debidamente acompañados de un Concha y Toro (cabernet sauvignon) como es costumbre en esta casa y para gracia de los que ven por primera vez tomar vino a mi cachorrito, con tanta naturalidad. La mami del Hombre preparó turrón, una receta única y absolutamente deliciosa.

Yo, no hice más que deambular en busca de un rincón en donde descansar de los días en el campo.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Un poco de Chrissie

Ladies and Gentlemen:

!Miss Chrissie Hynde¡


http://www.youtube.com/watch?v=9txBYBwLTew

(si no está bien el enlace, búsquenlo, vale la pena!)

Back on the Chain Gang

I found a picture of you, oh oh oh oh
What hijacked my world that night
To a place in the past
Weve been cast out of? oh oh oh oh
Now were back in the fight
Were back on the train
Oh, back on the chain gang

A circumstance beyond our control, oh oh oh oh
The phone, the tv and the news of the world
Got in the house like a pigeon from hell, oh oh oh oh
Threw sand in our eyes and descended like flies
Put us back on the train
Oh, back on the chain gang

The powers that be
That force us to live like we do
Bring me to my knees
When I see what theyve done to you
But Ill die as I stand here today
Knowing that deep in my heart
Theyll fall to ruin one day
For making us part

I found a picture of you, oh oh oh oh
Those were the happiest days of my life
Like a break in the battle was your part, oh oh oh oh
In the wretched life of a lonely heart
Now were back on the train
Oh, back on the chain gang


(Ok! éste acústico es la versión)

Sin historia, sin recuerdos, sólo estaba escuchando música y quise compartirla.

Tal vez sólo una cosa:
si algún día, lejano aún, viera una foto mía de esta época de mi vida, yo también podría cantar con Chrissie:

Those were the happiest days of my life!

lunes, 13 de octubre de 2008

Se acabó el café

La modorra de los lunes últimamente se está colando en la semana completa. No tengo ánimo ni para levantarme y servirme un café.
No! para eso si tengo ánimo, siempre!

...

Acabo se servirme la última taza de café. Se acabó. En cuanto llegue el Hombre a la oficina lo llamo para recordarle que le haga el pedido respectivo a la niña que nos vende el café de Villa Rica (creo que es de ahí) y de pasadita, a ver si me trae un par de chocotejas con manjarblanco de café.

(el café recalentado en microondas es asqueroso!, pero es éso o nada ... slrp!)


Sábado por la mañana: niños al teatro, estreno de una puesta de El extraño mundo de Jack, como es una de mis pelis favoritas y la función era gratuita, no había mucho que pensar. Me encontré en el msn con Mary y le pasé la voz, ella pasó a buscarnos.
Teatro lleno, como era de esperarse. Ya había visto la versión del Mago de Oz del mismo grupo, así que la diversión estaba garantizada. Al enanito le gustó, me lo dijo después, a mi sólo un poco. Las canciones corales estuvieron buenas, Jack y Oogie Boogie más o menos, Sally: fatal!
Deberían revisar la máscara de Jack, parecía una papa pasada por talco.

(¡este café está ho-rri-bleee!)

Mismo sábado, por la noche: Tenores. Los de Sonidos del Mundo. Le dije al Hombre que sólo comprase si encontraba las entradas más baratas, sólo nos animamos porque escuchamos de pasadita una versión de algo de Chabuca, y sólo por eso iríamos. Encontró las entradas más baratas.
Antes, pasamos a tomar un café más o menos cerca, Plaza San Miguel, ¡cómo ha crecido! demasiada gente, demasiada luz ¿dónde están los pequeños Cafés semi-iluminados cuando una los necesita? no sé: poca gente, suave música, meseros menos sonrientes.

(¡¡¡mataría por un café decente A HO RA!!!)

LLegamos a la Católica a buena hora. Una vez ubicados en nuestros lejanos sitios, no pude dejar de notar a una pareja que no dejaba (a su vez) de besarse. ¿Te acuerdas cuando no podías dejar de besarme? le dije al Hombre. Me besó.
Nunca fuimos discretos al manifestar nuestro amor. Cuando éramos enamoraditos (osea, antes de intercambiar algo más que besos) no podíamos estar uno al lado del otro sin dejar de besarnos. Cuando intercambiamos algo más que besos, no podíamos estar uno al lado del otro sin dejar de tocarnos ... y besarnos.
Cuando las luces se apagaron, luego de la tercera llamada, pasó algo raro ... se produjo una migración masiva de espectadores a las localidades más caras. Pregunté en voz alta ¡¿esto es una broma?!, nadie contestó, cuando volteé el Hombre no estaba. Me pareció ver su nuca como a diez metros delante mío. ¡¿...?!
Nos quedamos cuatro gatos en nuestras sillas, muertos de risa. Después de unos cinco minutos, en los que esperé inútilmente que el Hombre expulse al ser que lo había poseído y regrese conmigo a la legalidad, me animé a adentrarme en las zonas negadas a mis bolsillos. Una timbrada me hizo notar a dónde había ido a parar el cuerpo poseído del Hombre. Me senté a su lado, nerviosísima, comenzó la función.

Las endiabladas notas altas que salían de la garganta del Paul Potts peruano, un tal Moshe, no pudieron desatar el nudo en la nuca que sentía ante la posibilidad de ser enfrentada al verdadero inquilino de la silla que ocupaba. Pregunté tímidamente a los que estaban delante de nosotros si ellos también habían migrado, el primer silencio me avisó lo que luego ellos mismos confirmarían, si, ellos también eran usurpadores de butacas, todos a nuestro alrededor lo eran!
La tensión que vivía, sin embargo, no impedía que notara serios problemas de modulación en los micrófonos y que el tal Jhovan no era imprescindible en el grupo, que a Aldo le faltaba escenario todavía pero que tuvo buenos picos (en su versión del hit de Keane, Rabo de nube de Silvio y también en la Somebody to love de cierrre que estuvo muy buena, con coros estupendos!) y que la mejor voz "popera" fue la de Jorge Pardo, cuya versión de La noche de tu ausencia estuvo muy sentida y ardiente ... hasta el amelcochado final.

Mientra eso sucedía en el escenario, abajo yo no podía respirar tranquila cada vez que alguien se acercaba a nosotros, imaginaba la vergüenza de tener que pararme a mitad de función y correr despavorida hacia mi humilde butaca mientras los dedos acusadores de los cientos de personas en el Polideportivo me señalaran. Miraba al Hombre extrañadísima (¡él no es así!) quien con una sonrisa pícara me decía: nadie va a venir, no te preocupes, y si vienen, tenemos nuestros sitios! Cuando parecía que la tensión se convertiría en dolor de cabeza, a la anfitriona, Mabela Martínez, no se le ocurrió mejor idea que invitar a los presentes a tomar las ubicaciones vacías para así acercarse al escenario y lograr un ambiente cálido y propicio para el ¡¡DVD que estaban grabando!!
Para mi, recién en ese momento comenzó el Show! qué aliiiiiiviooo!!!

Hasta ahora no comento con el Hombre sobre su conducta tan atípica en él, especialmente porque el ánimo transgresor lo acompañó hasta la casa ... donde cerramos en gran "faenón"... para estar acordes con los tiempos.

lunes, 6 de octubre de 2008

Chau Ibi!

Cambio en el equipo. Sale "Ibi" (mi vieja IBM) con ¿4? años de servicio, entra ... la flaca. La verdad es que no me inspira ningún nombre (debe ser envidia porque es muy regia la condenada) así que se quedará con: "La máquina".

La primera Ibi vino casi con el enanito. No me impresionó mucho. El Hombre la instaló y estuvo en el cuarto como un adorno más, un adorno un poco caro, pero es que yo no tenía ojos para otra cosa que no sea mi nuevo juguete: mi Hombrecito!
Recuerdo que una mañana, mientras observaba a los obreros que apuraban lo que sería el nuevo departamento (sobre lo que hasta hacía poco era nuestra terraza) me senté a teclear una nota, creo que todavía la tengo en algún viejo cuaderno. Era un saludo al muñeco que dormía en su cuna, le decía que estaba segura que cuando creciera yo todavía seguiría sin entender ese aparatejo. La realidad casi me da la razón. Cuando veo al enano sentado aquí, buscando el avance de sus juegos en YouTube, no puedo dejar de pensar en cómo la computadora es parte natural de su crecimiento, mientras que a mi me llegó casi con la maternidad.
Después vino otra Ibi, en realidad cambiamos CPU y nos quedamos con lo demás y como no hubo cambio de marca siguió llamándose así. Tan gorda y cabezona como siempre.

Acostumbrada a escribir en mis cuadernos, teclear me resultaba incomodísimo y jamás la usé para tal fin. Hasta que nos conectaron el servicio de Internet.
Descubrí que podía entrar a un millón de sitios interesantes, ver videos, escuchar música, y, entre otro montón de cosas: escribir cartas.

En cuanto tuve mi primera cuenta de Hotmail, el asunto asumió el lugar que hoy ocupa en mi vida. Me encanta escribir, pero me gusta más escribir cartas. Ése es mi género. Si algo me pone de buen humor por las mañanas (que es cuando uso la máquina) es encontrar en medio de la marea de cadenas y otros mensajes colectivos, un correo personal. Lo leo varias veces, saboreando el gusto de cada frase (las que están sobre las líneas ¡y las otras también! las que se esconden tímidas en una simple oración), imaginando al remitente y las emociones que guiaron sus dedos sobre las teclas.
No hay nada como escribir para alguien en especial, para mi es un regalo valioso el que un amigo se tome el tiempo (en esta agitada vida) para ordenar cuidadosamente las letras que luego me llegarán directo al corazón, sin cartero que estorbe. Así escribo yo, directo y sin escalas, por eso a veces, puedo ser demasiado frontal, descarnada, amorosa (también grosera!) pero es que no me guardo nada. Cuando una escribe a un amigo, no hay malentendidos que valgan, y si algo se entendió mal, bacán: será motivo para otra carta!

Escribir cartas es como la Haute Couture, tiene el sello de distinción de las cosas hechas a la medida. Sin desmerecer el Pret-a-porter de postear en un blog, por supuesto!
Lo que me lleva directo (y sin escalas!) a otro motivo por el que siempre recordaré a mi vieja Ibi: precisamente el descubrimiento del Pret-a-porter (todavía no termino de entender bien este teclado y no encuentro los acentos franceses).
Creo que abrí esta cuenta de Blogger en el 2006 y perpetré algunas majaderías, pero no me enganchó como imaginé. El año pasado Oshé me animó a escribir más seguido y así fue como maté el antiguo blog (aburrido y pretencioso) y decidí sincerarme (algo así como salir del closet) y soltar a la bruja que llevo dentro, frívola, tierna, correcta o incorrecta pero orgullosa de ser Oh!ciosa! ¿por qué no?

Ahora que lo pienso, no podría imaginar mis días sin la computadora. Sin olvidar las horas que pierdo tomando fotos (o tomándome fotos, más propiamente!) y después jugando con ellas con el simple software de la cámara (y eso que aún no descubro el Photoshop!!) . En la vieja Ibi están guardadas cientos de fotos que esperan por un tiempo del Hombre para pasarlas a disco que es algo que debimos hacer siempre.
Adoro tomar fotos, tengo como para hacer una fotonovela de mi vida, de mi vida reciente, se entiende. No veo las horas de tener mi archivo fotográfico completo en la máquina nueva, que por cierto, llegó la semana pasada. Muy moderna, chiquita, negra, con un pantallón!, ahora que recuerdo, al día siguiente que el Hombre la armó, lo llamé exitadísima:

-¡¡Papi, me tienes que cambiar el monitor!! es horrible!

- Qué pasó, está malogrado (apuradísimo!)

-No mi amor

-¿entonces? (a punto de explotar!)

- es que he pasado unas fotos y me veo chata y gordaaaa!!!

- tu-tu-tu-tu ...

(¡Nunca más lo llamo en medio de la aprobación de un préstamo!)
Supongo que habrá un modo de verme como soy y no como quisieran que fuera ... mis enemigos!

Mientras tanto, el ritual no cambia, sigue la música en mi estación favorita, sigue el litro de café en la cafetera y la taza humeante a mi lado, sigue la casa esperando inútilmente para ser atendida, el teléfono decolgado, las sonseras en la cabeza haciendo cola para salir en orden y los dedos preparándose para bailar, es sólo un cambio en el equipo, como decía al comenzar, pero, resulta que a mi me da penita ...
Giro mi cabeza a la derecha y veo a mi vieja amiga sin sus luces parpadeantes, el enorme y pesado monitor sobre la mesa de centro aumentando desorden a la falta de limpieza de la sala ...
Chau Ibi, no te voy a extrañar (para qué mentir!) pero si te voy a recordar.
Palabra de bruja!

jueves, 2 de octubre de 2008

¡Comerás el pan con el sudor de tu frente!

Acabo de regresar del mercado. La vida cruel me empuja nuevamente (muy a mi pesar) por esos rumbos y no es que no me gusten los mercados, ¡los adoro!

Me gusta ir los fines de semana (¡que eran los únicos días que cocinaba!) acompañada por el enanito y husmear por las novedades de los vendedores eventuales, esos que recorren mercados llevando baratijas que suele aglomerar señoras frenéticas en su entorno, menaje de cocina: vasos, platos, cucharones de madera ( me encantan!), juegos de ollas, también están los vendedores de saldos de exportación: polos a 5 soles, ropa interior. A veces se aparece algún vendedor de cebo de culebra y yo cruzo al frente porque detesto esos bichos!

El Hombrecito descubrió (¡encantado!) en el mercado, la existencia de los Lego-bamba, y ahora tiene que acompañarme cada vez que voy; entonces saca una moneda de su monedero (guardado celosamente en el cajón de ropa interior) y sale dispuesto a traer a casa un muñequito de medio sol y con el vuelto siempre se las ingenia para comprar alguna otra cosita novedosa que vea por ahí.

No voy al mercado de mi barrio, todo es más caro según mis hermanas, voy a uno que queda en las afueras de la urbanización, es una calle tomada por los vendedores, que suele estar repleta de gente por las mañanas (casi todas vecinas de mi barrio, atraídas por los bajos precios!), ahí una encuentra de todo y tienes tus caseras que siempre te dicen "preciosa", o "linda" o "mamita" y a mi, que me gusta que me engrían, no me queda más que pararme frente a ellas y, después de recibir el cariño de su saludo, seguir mi camino casi siempre sin comprar nada.
Hasta ahora.

Resulta que mis hermanastras, celosas por mis mañanitas mías-de-mi, se han confabulado para no darme más menú y así ponerme de bruces ante la cochina realidad de todas las amas de casa: enfrentarse al entuerto del "¿qué cocinaré?" diario.
Lo que pasa es que, como el Hombre almuerza en el trabajo, a mi me pareció muy práctico eso de encargarle a una de mis hermanas (la que estaba más cerca y distraída en ese momento) que me diera menú, al enanito y a moi, se entiende. Todo bien, todo suave. Hasta que mi hermana se aburrió del asunto (¡y cómo no hacerlo!) y de la noche a la mañana me dejó ante la incertidumbre de matarnos de hambre o matarnos envenenados ... que es lo que sucederá cuando empiece a cocinar ... en cuanto termine de perpetrar ésto.
Pero no se crea que nunca cociné, si hasta fui yo la que inauguró la moda de los menús con otra de mis hermanas (tengo un montón!), ésos fueron días curiosos.

Recuerdo que me esmeraba mucho en la elaboración del menú y tenía la particularidad de ir contra la infausta costumbre de empezar la semana con las consabidas menestras de la prosperidad (será para el que las vende, porque nunca cayó por aquí!) y yo solía comenzar la semana con uno de mis platos favoritos: Lomo saltado. Es una de las pocas cosas (en cocina!) que me sale bien, creo que muy bien! Me parecía estupendo comenzar la semana con algo tan festivo y delicioso, como para darle una buena bienvenida, que es lo que todos deberíamos hacer ante una semana nuevecita. Claro que ensuciaba la cocina como hombre! (no se atrevan a negarlo: los hombres ensucian como si supieran - y lo saben- que ellos no van a limpiar!) y para cada paso era una sartén aparte y ... no importa! yo recibía a mis comensales con un riquísimo Lomo saltado, con las papitas crujientes, la cebolla regordeta y dulce, el tomate entero, los champignones (¿qué, no lleva? yo le pongo!), y ... no puedo seguir! ... es demasiada la emoción!!

El negocio del menú iba estupendamente bien, hasta que el Hombre descubrió cuánto le cobraba a mi hermana por el despliegue de mis habilidades culinarias: una bicoca! (¿se escribirá así?) osea, casi nada! Yo estaba feliz porque me sentía remunerada, pero el Hombre me hizo notar (con exceso de drama, hay que decirlo!) que las compras él no las hacía en el mercadito barato si no en Wong! y aunque ahí también te engríen, a diferencia de la casera del mercado, ese engreimiento, te cuesta!!
Hasta ahí llegó mi gran negocio.

Ahora, de regreso a las ollas y sartenes, ya planifiqué mis tres primeros menús para 2: el inocente niño y su atribulada madre. Me sentí muy bien comprando nuevamente, y con tanta técnica,

-caserito, dame esas cosas moradas

-salen las beterragas para mi caserita preciosa!

-(tenue rubor, pestañas batientes)

-también me pones esos ramos verdes gordos

-¿cuanto de brócoli, linda?

-tu ve casero!


Es bonito jugar a la cocinita de nuevo, lo que no es bonito es que no sé hasta cuando mis hermanastras persistirán en darme una lección de vida.
Yo no necesito lecciones de vida, en todo caso un par de lecciones de cocina o una hermana arrepentida que me acepte nuevamente como comensal, que eso si me sale bien!